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Mostrando entradas de marzo, 2025

6. La casa

Era fabuloso. Parecía de película, de ensueño. Un ultimo tercer piso con poco ruido, parejas y familias afectuosas y agradables como vecinos, y el olor a mar. Una casa nueva decorada a gusto de ambos, con pocos utensilios, lo justo. Y un despacho para él. Y un vestidor algoss grande para ella. Era feliz. Sus amigos, algunas veces, subían, en pareja o grupo, turnándose para conducir los días de futbol y quedándose a veces algunos a dormir, en el sofá cama, especialmente en verano, cuando al día siguiente iban a la playa. - Deberíamos tener un hijo. - Mejor esperamos unos meses... - No muchos. - Lo que toque. Y era verdad, con tanto cambio, ya no se acordaba de él.

5. La vuelta

Había sido tan feliz, con la desconexión, que no quería volver. La vuelta en avión fue igual de armoniosa, y en el día a día, no sé podía quejar. Trabajaba desde hacía unos años como recepcionista en una peluquería de alta gama, y se llevaba muy bien con su compañera, con quién siempre se facilitaban el trabajo. Además, aunque ella no cocina se por norma general, el nunca se lo reprochaba, y se contentaban con cualquier cosa de supermercado en casa, aunque solían frecuentar restaurantes varios y tiendas de comidas preparadas. Pero la casa en la que vivían... No era feliz. Le traía recuerdos, muchos buenos y algunos no tanto. Y le recordaba, muchas veces, a él. Se acordó, a la semana,  de la luna de miel, de lo feliz que habían sido los dos solos, juntos, en ese viaje. Y le propuso a su ya marido que fuesen a vivir cerca del mar. - Hay un apartamento libre en un bloque de viviendas familiares en Santa Ponça. Quizás te gustaría. No tiene ni piscina ni jardín, pero quizás... - Seguram...

4. La luna de miel

Cogieron el avión a la hora que tocaba tras el desayuno. Llegaron justos con el taxi, corriendo, pero felices. Embarcaron tras dejar el equipaje en cintas. No estaban en clase alta, pero el viaje ya lo era. Destino: Tailandia. Un lugar de ensueño, ideal, para quienes se han jurado amor eterno. Coincidieron en la elección. Masajes, cabaña en el mar, dieta, sexo y paseos con una empresa turística especializada, con transfer y guia español, que les llevarían a buenos lugares, ambos ex compañeros de estudios de él.  Unas horas de vuelo que iban a utilizar para descansar, viendo películas, series en el portátil, comer y dormir. Desconectar de todo, rutina y entornos, y ella pensó: " y de él". Porque él no iba a estar en ese país. El no aparecería de sorpresa, el no estaría allí, ni la iría a buscar, si no había ido a detener la boda. Cerró los ojos, y pensó: "A partir de aquí, todo cambia". Y no sé equivocó. Cuando despertó, sin recordar lo soñado, se dedicó a centrarse ...

3. El desayuno

Pasó la noche dormida. Se quejó de un dolor de cabeza, espalda y del alcohol ingerido, al poco que su marido le tocara. Y no se quejó, porque él también había bebido.  La despertó, para que al menos se duchasen juntos, y ella accedió. Pero insistió en qué el bajase primero, tras la ducha, un encuentro sexual pasional fugaz y rápido, y que cogiese asiento mientras ella se peinaba con secador y plancha.  La espero abajo, eligiendo cafés, zumos y algunos pasteles proteicos especiales que se hacían en ese hotel, dirigido a deportistas y/o personas con esa actividad. Estaba feliz. Ella ya era su mujer. La única con quien estar. Ella bajó, cauta y sintiéndose agradecida. La verdad, se había dicho mientras se peinaba, es que era feliz la vida que tenía  con su marido. Quizás no era él, ese hombre, pero le quería, de alguna forma. No era tan apasionada, ni vivaz, quizás incluso se veía más aburrida. Pero era muy inteligente, atractivo, culto y agradable con ella. Y sonrío cuando ...

2. La noche de bodas

Era la víspera de la noche de bodas. Y, comprobando que el no aparecería, quiso pasar a lo que realmente estaba viviendo. - Un momento, cariño, voy al baño y salgo con lo que toca ahora- dijo picante. Pero no lo sentía. Tenía preparada la ropa interior, lencería fina, de marca de lujo de El Corte Inglés, aún sin estrenar, en una bolsa que había mandado llevar al hotel donde pasaban la noche, Saratoga, antes de ir de viaje al día siguiente. Empezó a desmaquillarse, con el velo y vestido puesto, el can can y, sin que nadie la oyera, mirándose al espejo, con el maquillaje diluido, empezó a sollozar. "¿Qué he hecho?" - se preguntó. No había vuelta atrás. O la había, pero no quería. Ser, de repente, "divorciada" no entraba en sus planes. Sonaba mejor "casada", "esposa", "la mujer de...". Ser una divorciada tan joven era un completo fracaso. Sí el apareciera, aún se lo pediría. Pero el no volvió. Nunca más le digo nada. Se separó de ella, y l...