2. La noche de bodas
Era la víspera de la noche de bodas. Y, comprobando que el no aparecería, quiso pasar a lo que realmente estaba viviendo.
- Un momento, cariño, voy al baño y salgo con lo que toca ahora- dijo picante.
Pero no lo sentía. Tenía preparada la ropa interior, lencería fina, de marca de lujo de El Corte Inglés, aún sin estrenar, en una bolsa que había mandado llevar al hotel donde pasaban la noche, Saratoga, antes de ir de viaje al día siguiente. Empezó a desmaquillarse, con el velo y vestido puesto, el can can y, sin que nadie la oyera, mirándose al espejo, con el maquillaje diluido, empezó a sollozar.
"¿Qué he hecho?" - se preguntó.
No había vuelta atrás. O la había, pero no quería. Ser, de repente, "divorciada" no entraba en sus planes. Sonaba mejor "casada", "esposa", "la mujer de...". Ser una divorciada tan joven era un completo fracaso. Sí el apareciera, aún se lo pediría. Pero el no volvió. Nunca más le digo nada. Se separó de ella, y la dejó. Y ella sabía el motivo, el por qué él no volvía a su lado. Pero no quería creerlo, y pensaba que volvería, y entonces ella... Pero no volvió. Y se ha casado.
Se quitó el maquillaje. Se quitó el velo, el vestido y el can can. Se quitó la ropa usada y se puso la nueva. Y, como si de una actriz de Óscar se tratase, salió del baño dispuesta a interpretar, en su vida diaria,si fantástico papel.
Comentarios
Publicar un comentario