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13. Una nueva vida

Ha pasado un año. Ese día, estaba abriendo la ventana para ventilar la casa. El aire fresco marinero imponía su olor gracias a una fresca brisa ligera. Su marido ya estaba preparando el desayuno: magdalenas de chocolate, té rojo y un yogur proteico especial de vainilla nuevo a probar. Y la televisión con las noticias, puesta. Ella acudió. Con el bebé. Con Rosa en sus brazos, se sentía completa. Ya tenía dos meses y, aunque estaba de baja maternal, no estaba siendo nada duro. La recuperación post parto era dura, ya que hubo complicaciones con el cordón umbilical, pero se solventó y no han quedado daños ni en la madre ni en la hija. - Hoy hace un día precioso.  - ¿Podemos bajar y pasearla por la playa? - Es pronto... - Llama y pregúntalo a la doctora...  - De acuerdo. También me gustaría que los tres bajásemos, pero no sé si será posible. - Y por la tarde viene el grupo.... - Oh, sí. ¿Qué comeremos hoy? No sé si sacar pollo o... -  Traeré paella. Vaya bien o no, el bajar lo...

12. Ellos

Su marido llegó al día siguiente con el libro y magdalenas de fresa. Lo encontró en el supermercado de origen francés, y aprovechó para comprar el último ejemplar que había. Desayunaron las delicias, con café, y se fue a trabajar hasta el mediodía. Cuando salió, puso la televisión. Un programa de actualidad les advertía del creciente número de drogodependientes ilegales sin techo que había en la ciudad, "okupas", inactivos y las medidas que se estaban tomando. Vio las imágenes. Y le vio a él. Vio al chico con la chica. Sentados en el suelo, estaban fumando algo, y su aspecto parecía de diez años más. Sucios, sin moverse, parecía incluso que estaban enfermos. Y sí, tenían un litro de zumo (no su favorito) a sus pies. Lloró. Supo lo que había pasado. Supo que él encontró más placer no sólo en otra persona, sino en otro "estilo de vida". Ya no trabajaba, según lo visto. No parecía sano ni saludable. Ya ni se duchaba. Y esa chica, igual. Parecía, incluso, mucho más jove...

11. Olvido

Recordó la historia con él. Antes de su marido, antes de esta vida. Un joven, siete años menor, lleno de vida. Hacia muchas actividades: trabajaba en la construcción, pero estaba estudiando para ser jefe, en la empresa. También iba a correr, a la biblioteca y trabajaba algunos sábados en un supermercado de la vecina del quinto piso de su edificio. La conoció un día en la caja. Le preguntó si ese era su zumo favorito. Ella se sintió halagada, lo había encontrado muy atractivo y amable. Él le dijo que podrían tomar un día uno juntos. Ella le dijo que podía venir en su descanso, con el zumo frío de nevera, ya que era su día libre. Él le confirmó la hora y ella acudió. Salieron varios meses. Habían tenido muchas experiencias juntos, sexuales, pero también muchas actividades deportivas, viajes cortos, excursiones y un taller de cocina al que asistían juntos los días que ella libraba en el salón. Él era muy salvaje en algunos aspectos, impredecible, divertido y vivaz. Ella, más calmada, pero...

10. La estancia en el hospital

- Nos comentan que mejor estés dos días más en observación. - Ya estoy bien... - En serio, mejor obedecemos a tu doctora. - Bueno, sí... - Me quedaré a dormir. - No hace falta. La silla es incómoda, tienes que ir a trabajar y prefiero que descanses en casa.  - Pero... - Ven a desayunar, comer y la tarde, hasta la cena. Sólo son dos días. - De acuerdo. Te traeré algunos libros mañana de casa o si quieres algunos nuevos, ¿cuáles quieres? Le pidió uno nuevo. Era un libro erótico romántico de hacia algunos años, pero deseaba leerlo. Así, se distraería. El bajo al kiosko del hospital, por si lo tenían. - Me temo que tendré que ir a alguna tienda libreia mañana  Tras la cena, el marchó, por petición de ella. La dejó viendo la televisión. Ella, cuando intentó dormir, no pudo.  Recordó. Le recordó.

9. Tristeza

- Ha sido un aborto espontáneo, ha dicho el doctor. Si marido, paciente, estaba a su lado. Acababa de despertar, no sabía ni dónde estaba. - Necesitas reposo, pero ya está todo pasado. Lo intentaremos más adelante. Ella no decía nada. - Tranquila, mejor descansa. Voy a buscar a la enfermera, y un zumo. Ella asintió.  No lloró. Nunca. El dolor había sido momentáneo. Estaba triste. Sintió la muerte del embrio, pero no lloró. Era algo natural, se dijo. Pero estaba mal. Y se acordó de él. Él, con ella. Les saludó.  Entristecida. Cuando entró la doctora, le preguntó: - ¿Cuando puedo volver a quedarme embarazada? La palabra "nunca" no fue la respuesta.

8. El reecuentro

Un día, estando de unos tres meses, en un día de invierno de enero, estando sola en la recepción de la peluqueria, arreglando unos adornos en la puerta, le vio. Él estaba de pie. Fijo, inmóvil. Estaba mirando a la otra calle. De repente, se giró. La vio. La saludó. Ella le saludo, también, con el corazón en un puño con la mano. Llegó una chica, más joven. Se puso enfrente de él. La miró. La besó. Ella lo vio. Él le dijo algo. La chica miró. La saludó. Ella le devolvió el saludo. Empezó a llover. Él la abrazo, quitándose la chaqueta impermeable. La puso encima. Se despidieron. Y se fueron. Fue algo inesperado. ¿Una alegría? Una tristeza. Y de repente...sangre... estaba manchando...una pérdida.... Gritó enseguida, llamaron a una ambulancia y a su marido. Se la llevaron al hospital.

7. Felicidad

- Estoy embarazada.  Por fin. Hacia 8 meses que lo habían planificado, cuatro que lo intentaban, tras rigurosas dietas y firmeza, y por fin. - ¡Qué alegría! - Ahora, a esperar. Estoy de més y medio. - Si es niño, Enrique, y si es niña, Luisa. - Vaya gusto... Mejor los míos: Rosa o Luis. - Entonces, Enrique o Rosa, depende lo que sea. - Mejor... Y así, entre risas, por fin, la criatura. Enseguida adornaron la habitación que tenían reservada: eligieron tonos amarillos y blancos, ambiguos, para ambos sexos, con juguetes, muebles adaptados a bebés y niños y ya algunas ropas y adornos, que compraron online, tiendas especializadas y en grandes almacenes. Y empezó la dulce espera.